El perdedor siempre me ha merecido todos los respetos; como una resplandeciente derrota, tiene las de ganar siempre. Una victoria sin enemigos ni laureles. Asumida, merecida y no compartida. ¿No es ése acaso el mejor premio? Ya tienes lo que quieres, tuyo es y de nadie más. Campeón! Ahora bien, las conservas de fracaso, en potecillos individuales, con etiqueta de fecha y clasificados en los estantes de la memoria, en el baúl de los recuerdos. Siempre puedes recuperarlos y colocarlos en fila, y hacer puntería a pedradas con ellos.
|